Hace unas semanas, Microsoft compraba ChatGPT para integrar esa inteligencia artificial (IA) Conversacional en sus productos. Una IA Conversacional es un software al que le puedes preguntar cualquier cosa, la busca en internet, y te contesta.
“ChapGPT, dame una redacción de 500 palabras sobre la revolución industrial para 4º de ESO”. La hace y, además, el profe no puede saber si copias.
Seguidamente, Google presentaba la suya, que se llama Bard. El día que la presentan, le preguntan de prueba:
– Bard, ¿qué nuevas imágenes puede captar el telescopio James Webb?
– Con James Webb se pueden captar por primera vez planetas fuera del sistema solar.
Y se equivocó: imágenes de exoplanetas, ya teníamos el año 2004.
También están las IA Creatives, como Stable Diffusion o Dall-e. Éstas generan imágenes a partir de descripciones en lenguaje natural y bases de datos de imágenes.
“Dall-e, haz una foto de mi habitación como si la pintara Van Gogh”. Y la hace. Pero ya están empezando a existir las primeras demandas millonarias de autores por plagio.
La IA está de moda, pero ¿qué dicen los académicos? Podemos hablar de dos tipos de IA: a) inteligencia artificial general, que es aquella capaz de realizar cualquier tarea que realiza un humano con un rendimiento igual o mejor, y b) inteligencia artificial débil, como son ChatGPT, Bard, Stable Diffusion, Dall-e, la lista que te recomienda el Spotify o el Google Maps.
Todas las IA débiles son excelentes completando tareas específicas, pero están lejos de la capacidad del cerebro humano. Spotify no te recomendará algo que nunca has escuchado, y Stable Diffusion y ChatGPT siempre necesitarán validar el contenido para no equivocarse. Y ninguna de ellas es capaz de poner “intención”, “amor” o “empatía”. Éstas todavía son cualidades humanas que las máquinas están muy lejos de conseguir.
Los tecnólogos somos muy optimistas, todavía estamos muy lejos de una IA general. Pero las IA que ya existen están revolucionando a todos los sectores. Hoy en día, utilizamos la IA en ámbitos como el campo, para saber si la almendra amarga con visión artificial y, en función de ello, sacarla del proceso de empaquetado y tener un producto de mejor calidad; en la tienda, para identificar si quien mira la pantalla de publicidad es hombre o mujer y elegir el anuncio más adecuado, o en la salud, para realizar un mejor diagnóstico de cáncer o de enfermedad mental.
Muchas de las IA requieren una validación final, otras no, pero todos estos cambios han llegado para quedarse y llegarán cada vez más rápido.
Estamos inmersos en un proceso de transformación digital de igual intensidad que la revolución industrial. Antes, una persona se encargaba de todo el proceso de fabricación, hacía crecer la vaca para conseguir la piel y los zapatos de cuero. Con la revolución industrial, cambió todo y cada uno se especializó en una tarea en la que se formaba y que hacía muy bien (hacer crecer la vaca o colocar los asientos en el coche en la línea de montaje). La IA y la robótica habilitan que estas tareas se realicen de forma que no necesiten personas. Esto lo cambia todo. Las habilidades para poder participar y aportar valor que tenían los trabajadores no sirven ya. Una crisis en toda regla, y las crisis no son fáciles.
La Comisión Europea, en la “Brújula Digital 2030”, indica que para conseguir que este proceso de transformación digital sea exitoso necesitaremos, en 2030, que el 80% de los profesionales tengan nociones digitales básicas; 20 millones de especialistas en TIC (ahora tenemos 9), y que más del 90% de las pymes tengan un nivel básico de intensidad digital (hoy son el 55%, según el último informe DESI). ¿Qué hacer?
Pues, por un lado, formación. Desde Restarting Badalona ya lo decimos: crear un ecosistema de aprendizaje activo y participativo, adaptado y coherente con un entorno dinámico y en permanente transformación, que asegure la empleabilidad, las oportunidades y la cohesión social. Promover las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), poniendo el foco en el talento femenino que nos estamos perdiendo por falta de referentes. Hacer ciclos formativos medios y superiores especializados, de IA, de big data… reskilling (reciclaje laboral) para la gente que se queda fuera, y acompañamiento a las personas mayores que al final serán también usuarios.
Necesitamos también ayudar a las empresas, sobre todo a las pymes, a digitalizarse. Muy bien el Kit Digital, pero hay mucho trabajo por hacer. Debemos ayudarles a no morir para no subir al tren de la transformación digital.
Es necesario retener el talento y captar de nuevo. Tenemos un territorio maravilloso, un potente sistema educativo, empresas tractoras, seguridad, naturaleza, cultura y un clima bondadoso. Pero debemos mejorar la apuesta por la investigación e impulsar grandes proyectos tractores reptadores que ayuden. No olvidemos tampoco la potencialidad de un sector como el de la salud, con el Hospital Germans Trias i Pujol como referente.
Es fundamental que la administración acompañe, que se digitalice más y más rápidamente, y que así libere recursos y los capacite, formándolos para trabajos de mayor valor desde dentro de la administración que ayuden al ecosistema. Que sea un catalizador y no un freno.
Actualmente, la única forma de crear inteligencia que conocemos es con tu pareja, con algún requisito: es necesario que la carga genética de los miembros de la pareja sea complementaria, X e Y, que ambos estén en edad fértil, paciencia, mucho amor y dedicación.
Así que tranquilos, aunque la IA ha venido para quedarse y no es una moda, no sustituirá a los humanos, de momento…
Miquel Angel Fernandez, miembro de la asociación Restarting Badalona