La historia es una suma de épocas cambiantes donde la palanca de la innovación ha condicionado el desenlace de las sociedades. Nuestra ciudad ha vivido como todas el desenlace de estas innovaciones, y por no tirar demasiado atrás, quiero mencionar expresamente la Badalona que aprovechó la innovación del momento histórico para convertirse en una ciudad industrial a finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX . Aquella revolución industrial abrazaba el textil, la construcción, el metal, la química, etc. Muchos sectores que aprovechaban la energía de la máquina de vapor.
Todos estos sectores ya existían antes, claro, pero con aquella innovación, la máquina de vapor, dieron un salto en productividad, calidad y competitividad gracias a esa nueva tecnología.
La ciudad perdió fuerza industrial para convertirse en una ciudad “de servicios”. Pero ha mantenido carácter industrial en base al mantenimiento de un tejido empresarial todavía muy vivo y de unos polígonos industriales bien posicionados en el entorno de Barcelona.
Sin embargo, en la Badalona del siglo XXI se nos presenta una nueva oportunidad. Y la tenemos fruto de nuestros activos ubicados en el campus de conocimiento de Can Ruti, donde el Hospital GTiP, la Guttmann, el Instituto del Genoma, la Fundación Josep Carreras o la investigación de IrsiCaixa, entre otros, trabajan en el campo de la investigación, la innovación y la asistencia médica haciendo de Badalona una ciudad de referencia en la materia.
La ciudad industrial del pasado puede ser la ciudad digital del presente y del futuro
Además del indiscutible ámbito de la salud, el territorio dispone de otro ámbito donde el mundo empresarial tiene presencia, y donde el mundo público defecto quiere tener con dos apuestas de relieve. Este ámbito de futuro, de presente diría, tiene que ver con la transición energética, con la energía renovable. Y lo hace a partir de la presencia en el territorio de empresas como la que represento, el grupo Audax, que ha convertido en una de las compañías cotizadas en el mercado continuo más rentables del año, con una cifra de negocio y presencia internacional relevantes, con proyectos de energía renovable en países como España, Francia, Polonia y Panamá que representan más de 500 MW, comercializando energía renovable en los países indicados y también en Portugal, Italia, Alemania y Holanda.
Y el sector público, a su vez, está promoviendo el Hub del conocimiento en las Tres Chimeneas, con voluntad que allí tome protagonismo toda la investigación sobre transición energética. O la posible presencia del centro Búsqueda IREC, el instituto de investigación de la energía de Cataluña, en el edificio de la CACI, que significaría la presencia en la ciudad de 200 investigadores. Sin embargo, hay que poner de relieve el ámbito universitario que cubre la UPC en Diagonal Besòs, con todas las ingenierías vinculadas a la energía.
Badalona dispone, pues, de dos palancas de innovación relevantes. Y las debe potenciar y priorizar. Debemos ser una ciudad conocida y promotora de los sectores salud y de la energía verde. Desde el ámbito privado y público. Y ambas palancas deben incorporar un tercer elemento, un catalizador, que empuje la actividad en la ciudad; la digitalización.
Sabiendo que la digitalización cambiará el fundamento de nuestras relaciones laborales y empresariales, y que condicionará el futuro de las organizaciones, debemos tener la visión de ser nosotros los que conducimos con visión transversal sus efectos, para mudar la piel de nuestro tejido económico , sin que el miedo a los cambios nos paralice y sean otros territorios los que aprovechen estas palancas que hoy son nuestra palanca.
Para el futuro de Badalona, abrazar y aprovechar la innovación que ya hacemos no es una opción, es una obligación.
Nuestros empresarios, líderes y representantes deben hacer posible la creación de oportunidades para las empresas y las personas de Badalona. La ciudad industrial del pasado puede ser la ciudad digital del presente y del futuro. No verlo es cabalgar hacia un futuro gris, pobre, desconectado y zombi.
Pau Calvet, miembro de la Asociación Restarting Badalona