Preguntémonos

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Preguntémonos, por ejemplo, si subvencionar el alquiler y explicar que esto emancipará los jóvenes es cierto. Preguntémonos si puede haber emancipación sin buenos salarios. No. Y no hay buenos salarios sin buenas empresas. Y no hay buenas empresas sin políticas a favor de su implantación, ampliación o competitividad. Preguntémonos -pregunta Obtener las que sois los ayuntamientos ya las instituciones- si cuando una empresa -pequeña, mediana o grande- os presenta un proyecto -poner placas solares, ampliar capacidad, hacer un almacén auxiliar, modificar el interior de la nave sin tocar el volumen- haga todo lo posible para que pueda hacer la inversión o se ponga en “modo avión”. Hay de todo en la viña de la Señora Administración, pero de entre todas las personas que forman este ecosistema protegido y difícilmente alterable hay que no se atreven a decidir cuando un procedimiento no es reglada. Y los hay que han nacido para encontrar problemas a cada solución. También hay extraordinarias, pero este no es un artículo para alabarlas, sino para preguntarles, también, si están cómodos entre un bosque de árboles que cobran lo mismo a pesar de no hacer todos la misma sombra.

Tampoco puede haber emancipación sin una buena formación. Formación profesional y universitaria. Y la pregunta incómoda es si la tenemos. Si la formación profesional ofrece suficientes cursos y que tengan demanda laboral acreditada. Si las carreras universitarias están actualizadas a los requerimientos del mundo real. Las noticias sobre ambas cuestiones no animan mucho. Y somos el país con más paro juvenil de la Unión Europea.

Preguntémonos por qué, y tratamos de ir deshaciendo el hilo de las razones que nos llevan al podio de la catástrofe. Preguntémonos si dar marcha atrás y dejar de exigir el B2 de inglés a los estudiantes que terminan la carrera iguala en competencia, sirve de consuelo para alguien y, sobre todo, si modifica los requerimientos de las empresas a la hora de contratar personal joven. La respuesta es no. No porque mantendrá la brecha entre los niños que se pueden pagar el inglés y los que no. No porque no hay consuelo en la mediocridad. Y no porque las empresas seguirán pidiendo el inglés por necesidad o como filtro a la hora de contratar.

Preguntémonos si la lluvia de millones que debían llegar de Europa cambiará alguno de los déficits estructurales que tenemos como sociedad

La cantinela que exigir el B2 a los estudiantes genera una brecha entre los que pueden pagarse clases privadas y los que no es falaz. Preguntémonos como una ley que se empezó a trabajar hace diez años para aprobarse en 2014, y que explicitaba esta obligatoriedad, no fue ligada de la inversión necesaria para incorporar el inglés en todo el ciclo educativo. Los gobiernos han dispuesto de años para hacerlo posible, y no lo han hecho. Y ahora nos vuelven a explicar que sólo unos cuantos pueden estudiar inglés, como excusa para sacudirse la responsabilidad de no haber forzado el cambio estructural que la educación necesita. Preguntarles si lo que ha pasado es que no se han atrevido a forzar que los maestros y los profesores del estudiaran -estos sí, becados si hace falta- o si no han promovido que se incorporaran maestros extranjeros a nuestra enseñanza para favorecer una inmersión real en la lengua inglesa. Resulta paradójico que nuestras enfermeras o biotecnólogos puedan ir al extranjero a trabajar, pero los maestros de primaria y secundaria extranjeros no puedan venir aquí masivamente a hacer una inmersión real en la enseñanza de nuestros jóvenes.

Preguntémonos si la lluvia de millones que debían llegar de Europa cambiará alguno de los déficits estructurales que tenemos como sociedad. ¿Cuánto dinero a inyectar a digitalizar la formación y los formadores? ¿Se podrán aprender oficios en dualidad con la empresa de manera fácil? ¿Podremos hacer que los chicos que se pierden cuando no terminan ni la ESO puedan ir a hacer de aprendices en empresas? ¿Aprovecharemos la digitalización para reducir trámites y esperas de meses y años a la hora de aprobar proyectos de inversión, sea en obras o instalaciones de carácter industrial? Reindustrializar con incentivos para hacer volver producción que hoy ya no hacemos? ¿Invertiremos en renovables para no depender tanto de la energía de fuera y ser más competitivos?

Si la respuesta a estas preguntas no es afirmativa y contundente, nos abocamos a un escenario de lluvia de millones teórica que seguirán dopante la economía española sin abordar las reformas que necesita la sociedad.

Y estas recetas se parecen demasiado a las que no nos han funcionado, a las que podemos añadir las tradicionales de apretar fiscalmente los que tienen controlados por la nómina, dejar agujeros para los que no están, desincentivar el ahorro personal y gastar más de lo que se ingresa esperando un milagro que no se producirá.

Dejo para el final un comentario sobre la afirmación de que he hecho en referencia a la necesidad de invertir en renovables. Y ya no lo hago en modo de pregunta, sino que necesito hacerlo en modo de alerta y de afirmación rotunda: renunciar a instalar energía renovable de manera intensiva en todo el país es un error monumental que pagaremos muy caro. Y si no, miren a la factura de la luz de los próximos meses.

Ferran Falcó, presidente de la asociación Restarting Badalona