Una persona que trabaja a jornada completa debería recibir una remuneración suficiente para sostenerse dignamente. Ahora mismo esto no es así. Lo indica el estudio publicado por el AMB y la consultora KSNET donde se calcula el salario metropolitano de referencia (SMR) del área metropolitana de Barcelona (AMB) para 2022. Este indicador pone cifras en el umbral de ingresos a partir de los que una persona puede vivir dignamente. A pesar de ser un cálculo corriente en el mundo anglosajón, se diseñó por primera vez en Cataluña y España en 2016, de la mano de la propia AMB. El salario de referencia cuantifica una problemática que hace tiempo que se reivindica: la de personas que, a pesar de trabajar, no tienen ingresos suficientes para mantenerse.
En 2022, una persona sola necesitaba un mínimo de 1.735 € mensuales para vivir dignamente en Barcelona, o bien 1.495 € en el resto del AMB. Una pareja con una criatura, por su parte, necesitan un mínimo de 1.466 € mensuales por Barcelona y 1.330 € en el resto del AMB.
Aunque las medias del estudio incluyen muestras de 6 tipos de municipios, según el número de habitantes, sólo se comparten los datos desagregados para la capital catalana. Por tanto, no podemos cuantificar estos ingresos exclusivamente para la Ciudad de Badalona.
Aparte de esto, ¿qué más nos desvela el estudio? El salario de referencia de la capital es un 11% mayor que el de los municipios que le rodean. Además, esa brecha ha ido en aumento con los años. También ha ido en aumento el propio SMR, que ha subido un 8,1% y un 7,6% en Barcelona y en el AMB de 2021 a 2022. Dentro de la categoría de vivienda, el pago del alquiler o de la hipoteca por a una persona que vive sola supone un 47,7% del total del presupuesto y, añadiendo los suministros, este porcentaje sube hasta el 63,29% de media en el conjunto del AMB, una dedicación muy superior a las proporciones recomendadas por entidades gubernamentales y financieras.
Encima, el incremento del SMR ha sido más notable en los hogares de personas con hijos. No será casualidad, pues, que haya “una mayor proporción de hogares con hijos/as en el resto de municipios del AMB que en Barcelona”.
Para averiguar el grado de realismo del SMR, me ha curioso saber qué gastos se han calculado como “mínimos para vivir dignamente” en cada una de las 9 categorías consideradas. Para llegar a estos 1.735€ o 1.495€ que necesita una persona adulta en Barcelona o el resto del AMB, respectivamente, me sorprende que se presupuestan (mensualmente): 0€ en educación, 20€ en transporte, o 19, 50€ en limpieza e higiene personal.
Queda claro, pues, que el SMR no es ningún disparate al alza, sino un cálculo en el que desgraciadamente una persona adulta no dedica ni un euro anual a formarse, se limita al abono mensual de transporte (T-usual ) con el descuento del 50% actual, y gasta sólo 19,50 € en aspectos tan esenciales como pasta de dientes, productos menstruales, productos sanitarios no incluidos en la sanidad pública, coladas, jabones o limpieza del hogar.
Observando nuestro alrededor, podemos fácilmente encontrar a personas que viven, a la fuerza, con menos ingresos mensuales. Seguramente, también conocemos que pagan alquileres o hipotecas de más de 762 €, que es el gasto medio en vivienda de un adulto solo en el AMB. Alguien podría pensar que estas personas son un ejemplo a seguir. Ahora bien, habiendo puesto números en el asunto, ¿cuáles son los daños colaterales de nuestros malabares por sobrevivir? ¿Cuántos gastos básicos nos vemos en obligación de sacrificar? ¿Cuántos jóvenes vemos interrumpida nuestra emancipación? ¿Cuántas personas no pueden abandonar hogares con relaciones abusivas por la incapacidad de sostenerse solas? ¿Cuántos adultos se ven obligados a compartir piso? ¿Cuántos problemas de salud mental de más tenemos por el hecho de vivir con el agua en el cuello? ¿Cuántos de estos problemas quedan sin tratar por falta de presupuesto?
Si el mercado no es capaz de garantizar a los trabajadores una vida digna, ¿alguien se atreve, a estas alturas, a negar la necesidad de regular servicios básicos como la vivienda, la educación o la sanidad?
Minerva Estruch, miembro de la asociación Restarting Badalona