El día que Línea me pidió un artículo sobre los resultados electorales en Badalona, pensé que podría hacer algo de historia y que era una ocasión para explicar algo que interesadamente continúa en el imaginario de algunos pequeños espacios políticos de Badalona.
Y es que hay gente, todavía, que piensa que la “culpa” de los resultados de Xavier García Albiol de este 2023 es mía, por haberle dejado gobernar en el 2011. Creían que impidiéndole, como se ha hecho desde 2015, se acabaría con él. Ahora que ya se ha visto que esa estrategia no era la buena, me gustaría contar cosas que nunca había dejado escritas.
Decía que algunos siguen situándome en la zona cero del crecimiento electoral de García Albiol, como si su progresión, constante desde 1999, del primero al decimoctavo concejal del 28 de mayo, no fuera simplemente debido a su capacidad de hacer y de conectar con la mayoría de los badaloneses.
Como esa decisión me costó cara, necesito y quiero reivindicarla, porque hoy, en las mismas circunstancias, volvería a tomarla. En una campaña se dicen muchas cosas, y me arrepiento de haber dicho, en un mitin del 2011, que no le haríamos alcalde “ni por activa ni por pasiva”. Me equivoqué, presionado por los míos y por los demás a no decir lo que pensaba. Uno debe aprender a callar, porque los resultados son los que abren o cierran puertas. Se ha visto después muchísimas veces, por ejemplo cuando Ada Colau aceptó los votos de Manuel Valls por ser alcaldesa de Barcelona. O cuando Dolors Sabater dijo, en el 2015, que en el 2019 volvería a hacer de maestra.
Yo no voté a García Albiol en ese Pleno. Me voté a mí mismo. Incluso me adelanté a lo que ocurriría después con Álex Pastor, cuando recibió los votos de todos para impedir que García Albiol fuera alcalde. Yo también lo planteé, sin tanta suerte. Quizás porque era convergente o porque mi perfil era más político que el de Pastor. Es historia, pero que García Albiol sea alcalde no es cosa mía: es decisión de la mayoría. Y decisión también de los rDespués municipales.
Aquella noche electoral, la del 2011, en la Llesqueria, un pequeño restaurante de la calle Iris, en presencia de 10 o 15 personas que podría citar, dije que iríamos a la oposición. Esa noche también se lo comuniqué al president Mas, y recuerdo haberlo dicho al actual gerente del Consorcio de la Estrella y exconcejal socialista, Francesc López Guardiola. Hay que saberlo para cuando los mediocres y los desinformados –y los medios que colaboran– dicen que yo usé Badalona de moneda de cambio por Barcelona. O que me obligaron a hacerlo. No.
Fuimos a la oposición porque habíamos perdido a un concejal. Porque García Albiol había ganado con 11 concejales, uno más que los socialistas. Porque teníamos que gobernar en minoría. Porque no habríamos salido adelante ante la fuerza de un candidato que logró atraer a medios de comunicación de alcance español en Badalona diciendo algunas verdades incómodas. Teníamos gitanos rumanos en las plazas y en los pisos, teníamos sobreocupaciones y teníamos unos barrios en estado de choque por la llegada de personas que estaban cambiando la fisonomía y el uso del espacio público.
Que él fuese la solución a todo esto no es cierto. Un alcalde no puede resolver solo y en poco tiempo un problema de esa complejidad. Hacía falta tiempo, recursos, servicios sociales y educativos y aplicación de la ley y de las ordenanzas. Hacía falta todo esto, y mientras nosotros poníamos esfuerzo, él ponía palabras gruesas.
Pero “Xavi” siempre ha tenido suerte, y cuando cogió la alcaldía, en plena crisis mundial, los gitanos rumanos regresaron a su país. Porque estaban aquí, y en Valencia, Madrid u otras capitales de Europa, llevados por las mafias de la mendicidad. Y cuando faltaron turistas, obras y dinero volvieron a casa.solución
Me gustaría contar cosas que nunca había dejado escritas
Hi ha fets que la gent no coneix i que no hem sabut explicar. No teníem altaveus. Per exemple, la gent no sap que aquell govern del 2007 al 2011 va invertir 120 millones de euros, frente a los 19 que pudo invertir después García Albiol. Tampoco sabe que cogimos una Guardia Urbana con 235 agentes y la dejamos con 302. Y que García Albiol, cuando dio el 2015, tenía 279.
Las percepciones, en política, son importantes y García Albiol es una máquina haciendo creer su versión de las cosas. Con la ayuda de las televisiones estatales que se ven en los barrios, tenía el trabajo realizado.
Con su victoria del 2011 le dejamos gobernar, sí. Argumenté que era necesario que lo hiciera porque la única manera de dejar de gobernar es empezar a hacerlo. También me equivoqué diciendo que “sería un patata” y que la gente vería que no es posible resolverlo todo como él decía. No fue un patata y en plena crisis contó con nosotros para pactar algunas acciones de gobierno y tener estabilidad. No le dejamos regalar libros de texto ni hacer la piscina en la Focus. No estábamos de acuerdo, en el primer caso, y no veíamos claro el plan económico financiero, en el segundo. Pero nos entendimos e hicimos otras cosas. Cosas buenas para Badalona. Hicimos política.
Ahora, Dolors Sabater ha dicho en VilaWeb que yo he hecho una campaña paralela a favor de García Albiol. Puede decir misa. Yo creo, en cambio, que su aparición de urgencia en campaña decantó votos que hubieran sido abstenciones o en blanco hacia García Albiol. Y que la idea de que el gobierno de los pequeños pudiera depender en algo de Guanyem disparó aún más las opciones de García Albiol y su mayoría absoluta.
De la misma manera que dejé gobernar al ganador del 2011 votándome a mí mismo, voté a Dolors Sabater por ser alcaldesa de Badalona en el 2015. Aquí sí hice lo que el partido me pidió. Si hubiera querido seguir, quizás hubiera defendido no hacerlo. Pero en el 2015, la descomposición de CiU y el mal resultado no me dejaban margen para nada más que dejar paso, y dejar las cosas donde mi partido quería.
En estos años ha venido el desastre que nos ha llevado a la barrida de quienes gobernaban contra el ganador de las elecciones. Mociones de censura o de confianza, alcaldes unos, otros… Y, al final, quizá demasiado contundentemente, la ciudadanía ha votado una enmienda a la totalidad. Y ha ganado quien debería haber estado gobernando desde el 2011. Creo que si hubiera sido así, hoy acumularía tres mandatos mandando y, quién sabe, tal vez estaría tocado por el desgaste. Sin embargo, ahora lo tenemos fresco como una rosa. Con 18 concejales de 27. Y 32 años en el Ayuntamiento. Empieza de cero. Como la oposición, casi. Y para ganarle, sólo veo una receta. Proyecto, oposición –pero también colaboración– y un relato que pida un reequilibrio de fuerzas en el Ayuntamiento sobre la base de no poner el “echarlo” por delante del “ganar las elecciones”.
Los de la Badalona pequeña, tan convencidos de que tenían razón, todavía piensan que esa bestia –en el buen sentido– electoral que es García Albiol es obra mía. Se equivocan. Es suya. De su renuncia a hacer política. De su único proyecto, que era que él no estuviera.
El 17 de junio, García Albiol recogerá los frutos del buen trabajo que, en su última etapa, ha impulsado Rubén Guijarro. Y Alex Montornés o David Torrents. Y también la gente de En Comú Podem. Lo veremos con las pistas de atletismo, el paseo marítimo o el contrato de limpieza.
Los partidos que vivían instalados en la creencia de que García Albiol nunca llegaría a los 14 concejales tendrán –deberían– empezar a opositar ante los ciudadanos, como opositan quienes quieren ser abogados del Estado. Con sacrificio y con mentalidad de aprobar un examen que en cuatro años pondrá de nuevo la ciudad ante el espejo. No servirán los frentes populares, las descalificaciones ni las proclamas. Servirá haber generado la idea de que Badalona necesita un Ayuntamiento en el que el equilibrio de fuerzas no sea algo que la paralice. Que vuelva la política, por favor.
Ferran Falcó, president de la asociación Restarting Badalona