A veces parece que los dispositivos médicos son el hermano pequeño de la investigación biosanitaria. A los medios a menudo vemos noticias de nuevas terapias y, ahora más que nunca, nuevas vacunas para revenir seleccionados de las enfermedades que más nos preocupan. Sin embargo, raramente vemos noticias sobre los dispositivos médicos, a pesar de tener también un gran impacto sobre nuestra salud, ser Cataluña una potencia mundial en este ámbito e invertir en ellos también grandes volúmenes en investigación.
Un dispositivo médico es cualquier artefacto que, en contacto con un paciente o en una muestra obtenida de él, sirva para curar o diagnosticar una enfermedad. Por lo tanto, un dispositivo médico es desde una tirita de aquellas que a veces nos ponemos sobre los pequeños cortes sobre la piel, hasta un aparato de tomografía por emisión de positrones (PET) que puede costar perfectamente más de medio millón de euros. Una mascarilla, por cierto, también es un dispositivo médico.
Vemos, pues, que el ámbito de los dispositivos médicos es realmente grande y heterogéneo, donde puede haber implicación de muchos elementos diferentes, desde pequeños talleres mecánicos hasta grandes hospitales que ponen a prueba los dispositivos en un ambiente clínico. De hecho, en nuestro país tenemos un gran número de profesionales, empresas y centros de investigación que de manera directa se dedican al mundo de los dispositivos médicos. En Cataluña encontramos desde grandes empresas dedicadas a este sector, como pueden ser Grifols, Biokit o Palex, hasta la miríada de start-ups que en la última década ha emergido al calor de la investigación tan potente de nuestras universidades y centros de investigación, como bien puede ser MiWEndo, start-up que tengo el honor de dirigir, y muchas otras.
En Badalona se dan muchos de los elementos para acoger un sector que ahora mismo se encuentra disgregado por toda Cataluña
Según el último informe de la bioregión de Cataluña, elaborado por la entidad Biocat, en 2018 las empresas catalanas de dispositivos médicos facturaron 3.109 millones de euros. Del mismo modo, el mundo de los dispositivos médicos ocupa un volumen muy importante de personas, ingenieros de todo tipo, investigación en ciencias biomédicas, profesionales sanitarios, gestores y expertos en propiedad intelectual, etc. Por lo tanto, podemos decir que es un sector transversal, con un gran impacto sobre la población y unos rendimientos económicos más cercanos que la investigación en nuevas terapias.
En el caso concreto de Badalona, se dan muchos de los elementos para acoger un sector que ahora mismo se encuentra disgregado por toda Cataluña. Can Ruti es uno de los hospitales con más proyección de nuestro país y de los mejor preparados para los estudios clínicos que requieren los dispositivos médicos. Además, existe un espacio extenso tanto para instalar talleres para el prototipado de estos dispositivos o directamente para fabricarlos y, lo más importante de todo, existe una larga cultura industrial y emprendedora que a menudo es determinante para la creación de nuevas iniciativas.
En esta línea, me atrevo a decir que el Ayuntamiento ha de impulsar la conversión de los polígonos de Can Ribó y Sur hacia la creación del hub de dispositivos médicos de Barcelona. Asimismo, hay que poner también en el tablero los 50.000 metros de techo que surgirán en las Tres Chimeneas para dar un gran salto adelante y, también, atrás: volver a ser industrial y serlo con especialización tecnológica por el bien común.
Ignasi Belda
Vicepresidente de la Associación Restarting Badalona